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domingo, julio 10, 2011

OTRA HISTORIA DE MI PUEBLO


Empresario galante, que construyó a partir de un casa de veraneo uno de los hoteles mejor reputados de la zona, donde alojarse constituía  un signo de distinción, elegido por determinada etnia, era una competencia de status en el orden nacional e internacional.
Se desplazaba por los salones del hotel, con infaltable zapatos blancos como sólo un príncipe puede hacerlo, no sin pellizcar al paso a alguna de las mucamas que la mirada escudriñadora de su esposa no dejaba de observar.
Tenía dos hijos varones que eran las antípodas entre ellos, Lacachi el mayor, trabajador y responsable, perfecto administrador que cuidaba minuciosamente la economía familiar mientras el menor, Lamartin, de estampa como el padre, también zapatos blancos, dispendioso, farolero y soñador, de aquellos que necesitan ocupar siempre el centro de la escena, encaraba emprendimientos empresarios que terminaban inexorablemente en el fracaso y allí corría el padre, por muchos años para pagar las facturas, hasta el final de sus días.
Preguntado el padre sobre las condiciones de sus hijos, respondía, tengo un hijo vivo, Lamartin, y un hijo sonso Lacachi.


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