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viernes, octubre 19, 2012

LEON LIBERTAD

Vivíamos junto con los abuelos en una casa céntrica de la ciudad de La Falda, cuando a fines del años 1948 nos mudamos a una nueva casa a Huerta Grande, un pueblo vecino a dos Km de distancia, donde sólo permanecimos ocho meses, porque abuelo adquirió una casa mas grande, en el barrio los manantiales,  el chalet “El Oberito” en la calle que limita ambos pueblos, con la intención patriarcal de que nuevamente compartiéramos la existencia.

En realidad se amplió la familia, por cuanto ya no éramos papa, mama,  Héctor y yo, sino que además veníamos con Don Oscar y Doña Alicia, un matrimonio sin hijos que vivían en el departamento superior de la casa del barrio los Lirios de Huerta Grande, cuya planta baja ocupábamos .

Encariñados con nosotros, pidieron acompañarnos a nuestro nuevo domicilio, ambos vascos don Oscar Tarrío y Doña Alicia de la Barrera, vasca Francesa, comerciantes que procedían de la provincia de Buenos Aires,  quienes constituyeron el complemento educacional Ibérico, galo y porteño de Héctor y yo hasta los nueve años cuando adquirimos la independencia familiar, por cuanto volvimos  a nuestra primigenia casa del centro de la ciudad de La Falda, ya para vivir en soledad.

Los principales beneficiados al vivir con los abuelos fuimos los nietos, que teníamos   a la vista un modelo de persona adulta que  dejaba  trascender su enorme experiencia. Claro nadie es perfecto pero la inteligencia consiste en quedarse con lo positivo, que tenía y mucho.

Los alrededores estaban ocupados por unas pocas residencias con terrenos de cuarto a una manzana, que sólo se ocupaban durante el verano el resto sin edificar con flora autóctona.

Vivíamos en contacto con los dioses, hasta escuchábamos los coros celestiales.

Nuestros amigos en la cercanía eran los miembros de una familia con seis hijos, de padre Chileno y madre hija de italianos de la provincia de Buenos Aires, que nos aportaban la información vernácula de la política nacional que vivían con toda intensidad  que estaba absolutamente ausente en nuestra casa,  así como las costumbres propias de la gente rústica.

Abuelo inmediatamente comenzó a edificar la ampliación de la residencia patriarcal, construyó no una pileta sino dos, la mas chica para los chicos en la parte mas baja del terreno,  de paso servía para regar los frutales, de damascas (son mas grandes que los damascos) ciruelas rojas y blancas, membrillos, duraznos y algún otro frutal que no recuerdo a la fecha.

Teníamos a la vista no sólo los modelos de persona mayor de abuelo, Don Oscar y señora, (que mi hermano nombra como los profesores de la universidad) los  trabajadores de la construcción, con sus pulidas herramientas, los turistas que transitaban hacia cerro el dragón,  que se detenían a intercambiar algunas palabras con nosotros.

Abuelo tenía como modelo a su propio abuelo Azatián por vía materna - así como Carlos V lo tenía de su bisabuelo, también por vía materna  Carlos el Temerario- , (azat quiere decir libertad)  en memoria de quien cuando nací pidió me pusieran como nombre su apellido y mi abuela entonces aportó el nombre de uno de sus hermanos, Levón, que se corresponde con el de los reyes armenios, así soy llamado León ante la imposibilidad de inscribirse Levón como hasta hoy se me nombra.

 En los largos seis años que permanecimos en  el populoso chalet “El  Oberito”, desfilaron innumerables visitas, por supuesto mayoritariamente de origen armenio, que me permitió  realizar un curso de sicología y política internacional, al conocer la mas variada gama de personalidades y nutrirme de  las historias de las vicisitudes de los armenios en su periplo de diáspora. Preguntado mi nombre por los visitantes, ninguno faltaba que no me llamara Levón tacabor (rey levon).

Largas jornadas de lágrimas se vertían espontáneamente como complemento de los recuerdos de los  infortunios que los obligó a la partida y de otros tantos en el largo trayecto desde  su patria hasta América, pero repuestos se permitían reconstruir en forma aproximada su estilo intercambiando relatos y cuentos, matizados con largas carcajadas,  algunos de los cuales ya he publicado con anterioridad en este blog.

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