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lunes, septiembre 01, 2014

UNA ANÉCDOTA DE TURQUÍA

Ocupábamos el asiento uno y dos del bus de linea  turca que nos llevaría desde Tiflis, capital de Georgia hasta Estambul  capital de Turquía.

Pasamos por Batumi la ciudad balneario de Georgia, la antigua Colquide de los griegos, en donde a las doce de la noche, en el parador sentímos convertirnos en agua, por efecto de la alta temperatura y humedad existente.

Cuando ya llevábamos diez y seis horas sobre el bus, crecida mi barba , aprovecho afeitarme con la afeitadora eléctrica, las típicas de tres cabezales, que llevo siempre en mi bolso en los viajes largos, que detecta el conductor y ordena a su ayudante viera de que se trataba.

Se levanta y cuando observa, retrocede como espantado y le dice en turco, ¡se está afeitando!, la orden surge presto, inmediatamente que deje de afeitarse, que repite el ayudante dirigiéndose a mi.

Preguntó porque, y me responde porque no puede afeitarse en el  bus. Guardo la maquina y el conductor sigue rezongando en turco, que se cree que puede afeitarse, afeitarse que se cree, como puede ser una cosa así.....cuando mi hijo, que no entiende el turco y que se caracteriza por su templanza reacciona inesperadamente y se asoma por sobre la baranda y le grita ¡TE PODES CALLAR LA BOCA!! con un tono suficiente como para producir el paro cardíaco al mas dotado.

Para el bus, y se no viene hecho un malo, nos mantuvimos sereno pero firmes, le dije que en los aviones nos podemos afeitar y usted no lo permite, algo que debiera también hacer usted con la suya que ya está crecida, (Estimo no conocía la afeitadora porque miraba en el suelo donde había caído la barba),  Además usted está fumando.


En la imagen el bus, en el parador y el ayudante del conductor de pantalón azul, que se encarga de las valijas y otros controles como en este caso del lavado del vehículo.

Retrocedió, volvió al volante ya callado, pensé en cualquier momento nos bajan,  pero fue al revés en el parador se movía acompañado, si perjuicio de lo cual le mostré en forma educada de que se trataba la maquina, y me contestó "si uno se afeita otros pueden orinar en el bus", señalando sus genitales, en el típico razonamiento elusivo propio de un turco derrotado.

A partir de allí se incorporó otro conductor que lo acompañó hasta el final del recorrido



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